«Muchos árboles de la Vía Verde de la Gasolina han sufrido daños o han sido eliminados durante las obras. Una morera ha quedado a medio talar, irrecuperable.
De los árboles talados sólo quedan los tocones y en muy pocos de estos (cuatro de 52, sólo un 7,7%) se pueden ver síntomas que indiquen que estaban en tan mal estado que quizás había que eliminarlos. No existen en el lugar plagas ni enfermedades capaces de afectar a árboles de tan distintas edades y especies.
En general, los árboles que quedan, álamos, moreras, cipreses y olmos, no aparecen en peor estado que otros de Madrid, pero las obras los han perjudicado también, por el polvo, los accidentes y los movimientos del suelo. El mejor ejemplo es el de los cipreses, desmochados o talados sólo porque estorbaban cuando se estaban cortando otros árboles. No se puede descartar que durante las obras se hayan causado otros daños, por ahora invisibles.
La vida útil de un árbol termina, siempre que sea irrecuperable, cuando está muriendo, cuando puede provocar accidentes graves y, desde un punto de vista ornamental, cuando es antiestético. Entre los árboles que quedan hay uno muerto y media docena (es decir, una cuarta parte) con síntomas que indican que habría que estudiar exactamente el estado de cada uno antes de tomar decisiones drásticas. Es resto está razonablemente sano y debe suponerse que la proporción sería semejante entre los talados.
La arboleda en su conjunto ha sufrido mucho como consecuencia de las obras. Una mayoría de árboles, un 65,3%, han sido talados, pues si se descuentan los cinco cipreses del seto que estorbaban para talar otros árboles, hay 47 tocones donde antes había 72 árboles.»
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